En 1969, Feliciano y Teresa se embarcaron en un proyecto en el que pusieron toda su ilusión, experiencia y ganas. Un pequeño bar, en un pequeño pueblo, famoso por su aislamiento en el extremo oriental de los Picos de Europa. Apenas 15 años antes, en un duro y extremo contexto, su hermana Victoria emigró a la Argentina. Fue una época donde muchos vecinos debieron iniciar una nueva vida, en otras tierras.
La familia puso todo su empeño en que el proyecto prosperase, porque rápidamente se dieron cuenta de que La Taberna y la elaboración del Queso de Tresviso, asegurarían que ellos pudieran quedarse en Tresviso.
Poco a poco, La Taberna de Tresviso se fue convirtiendo en un referente para los arriesgados turistas y montañeros que accedían al pueblo a través de los espectaculares senderos de la histórica ruta Urdón-Tresviso, o por una antigua pista minera que posteriormente, en 1991, se convertiría en carretera.
En 1987 el bar se traslada a su actual ubicación y en 1995 se amplía la terraza, convirtiéndola en un extraordinario restaurante-mirador, con unas vistas que quedarán impresas en tus retinas, para siempre.